domingo, 2 de diciembre de 2007

JOAN




Sonó la sirena pero Joan apenas se movió. Vió pasar corriendo, gritando, al resto de sus compañeros como en la escena de una película pero él siquiera pestañeó. Sus pies estaban anclados al suelo firme como un árbol milenario y su cuerpo inmóvil, inerte, frágil, apenas se mecia a intervalos en el pupitre.

Contó hasta diez. Uno, dos ….con un poco de suerte nadie diría nada …tres, cuatro, cinco …..hasta en su cabeza su voz temblaba….seis, siete….

-¡Joan!- gritó Elena, la profesora de inglés

Odiaba las veces en que ni siquiera llegaba hasta el ocho. De un tiempo a esta parte el ocho era el número del puede que quizás hoy.

-Joan, ¿Qué haces ahí?-dijo Elena, más fastidiada que interesada. Odiaba estas estúpidas rondas del recreo-anda, sal al patio con el resto de tus compañeros….¡Venga!-le urgió.

Joan le miró inexpresivo, ni rabia, ni odio, ni dolor. Todo aquello ya no existía, ya ni siquiera sentía.

Miró hacia la puerta de su clase, de su jaula diaria, se levantó de su sitio y sin decir nada salió, solo, como cada dia, a la jungla del recreo

(continuará)

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