El otro día leyendo el blog de Rodolfo Serrano, sobre las cifras que podrían acabar con el Hambre en el mundo y las inyecciones económicas que se estan realizando en el sistema financiero actual, no pude evitar recordar las clases de economía mundial que recibí en la carrera de LADE en la facultad de ciencias económicas y empresariales de Sarriko.
Son de las pocas clases que puedo recordar con interés, por lo mucho que aprendí de ellas y principalmente por el profesor que impartía aquellas clases. Su nombre era Patxi Zabalo.
Recuerdo cuando llego a clase y ya de primeras empezó a repartirnos un montón de hojas de estadística. Siempre me pareció terrible ver estadísticas y más estadísticas, pero aquel hombre empezó a hablarnos del PNUD, del IDH (índice de desarrollo humano). También trajo mapas y nos enseñó como occidente había desafiado las leyes de la física cambiando las dimensiones de muchos países y disminuyendo la de otros, en función de importancias geopolíticas más que de las meras dimensiones geográficas. Nos habló de la tasa tobin, de las flujos financieros que recorrían el mundo. Y de repente consiguió que al menos algunos viéramos el mundo con un rostro distinto.
Aquel hombre me reconcilió con mi carrera. No me siento muy orgullosa de haber estudiado LADE, porque pasados los años me doy cuenta que estudié esa carrera por comodidad, y por miedo a no arriesgarme a estudiar algo que realmente me interesara, quizás por eso ahora estoy estudiando Filología hispánica, para darme una segunda oportunidad. Pero al menos ver que existen visiones críticas a la economía de mercado y al capitalismo imperante abren cierta esperanza en el futuro.
Gracias a este hombre, a la visión de la economía que compartió con nosotros, estudié un Master en cooperación al desarrollo que ha sido uno de los mayores puntos de inflexión en mi vida, no solo por todo lo que aprendí, sino por la gente que conocí y por hacerme creer que otro mundo es posible (aunque a veces suene ingenuo o fútil). Y aunque lamentablemente no me pude dedicar a ello de forma profesional, al menos si significó para mi entender que en nuestras manos esta cambiar la realidad que nos rodea.
Son de las pocas clases que puedo recordar con interés, por lo mucho que aprendí de ellas y principalmente por el profesor que impartía aquellas clases. Su nombre era Patxi Zabalo.
Recuerdo cuando llego a clase y ya de primeras empezó a repartirnos un montón de hojas de estadística. Siempre me pareció terrible ver estadísticas y más estadísticas, pero aquel hombre empezó a hablarnos del PNUD, del IDH (índice de desarrollo humano). También trajo mapas y nos enseñó como occidente había desafiado las leyes de la física cambiando las dimensiones de muchos países y disminuyendo la de otros, en función de importancias geopolíticas más que de las meras dimensiones geográficas. Nos habló de la tasa tobin, de las flujos financieros que recorrían el mundo. Y de repente consiguió que al menos algunos viéramos el mundo con un rostro distinto.
Aquel hombre me reconcilió con mi carrera. No me siento muy orgullosa de haber estudiado LADE, porque pasados los años me doy cuenta que estudié esa carrera por comodidad, y por miedo a no arriesgarme a estudiar algo que realmente me interesara, quizás por eso ahora estoy estudiando Filología hispánica, para darme una segunda oportunidad. Pero al menos ver que existen visiones críticas a la economía de mercado y al capitalismo imperante abren cierta esperanza en el futuro.
Gracias a este hombre, a la visión de la economía que compartió con nosotros, estudié un Master en cooperación al desarrollo que ha sido uno de los mayores puntos de inflexión en mi vida, no solo por todo lo que aprendí, sino por la gente que conocí y por hacerme creer que otro mundo es posible (aunque a veces suene ingenuo o fútil). Y aunque lamentablemente no me pude dedicar a ello de forma profesional, al menos si significó para mi entender que en nuestras manos esta cambiar la realidad que nos rodea.
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