miércoles, 12 de mayo de 2010

HAY MAYOS QUE HIELAN LOS HUESOS


Hay mayos que hielan los huesos, como este. La primavera que asomó tibia y dulce durante unos días se ha ido lejos. Tanto, que vuelven a pasear nuestras calles paraguas, abrigos, pañuelos y constipados. Así se hace más difícil mirar hacia adelante, soñar con el dorado sol que pinte nuestra pie del color de los amaneceres despiertos, las largas noches, los atardeceres bailando y las fiestas de verano.

Hay mayos que hielan los huesos. La bolsa juega con nuestros esfuerzos a la ruleta rusa, y nos piden, solemnes, que nos sacrifiquemos, que estemos dispuestos a postergar unos años los sueños, mientras ellos sonríen felices sobre su montañas de moneda, buceando entre ellas, sonrisa burlona, como el tío gilito.

Hay mayos que hielan los huesos. Cada paso parece la escalada de una cumbre, difícil y alta, tan alta que quizás no lleguemos nunca. La radio escupe canciones y risas, y cada amanecer juras al espejo que no nos vencerán. Pero eso no es cierto, y al pisar la acera, la helada vuelve a hacerse con cada suspiro que exhala tu aliento.

1 comentario:

Fernando Manero dijo...

Nos hielan los huesos, pero mayo siempre será mayo. Tarde o temprano nos revela su color, sus olores, sus luces, sus mensajes de vida y de aventura. La naturaleza se despereza en mayo, de modo que, aunque ocasionalmente haga frio o llueva, siempre acaba por traer el testimonio de su vitalidad.