jueves, 14 de abril de 2011

No solo la republica


Hace 80 años en este país se empezó a soñar.

La gente, no los poderosos, ni los banqueros, ni los caciques, ni el cura, ni el médico del pueblo, sino la gente, la que caminaba por las aceras, la que ofrecía el sudor de su frente a cambio de un mal jornal, esa gente comenzó un sueño. Un sueño que no duró demasiado, ni siquiera mucho, pero un sueño al fin y al cabo que abrió los ojos a muchos y sembró semillas. Semillas de esperanza, de igualdad, de derechos, de libertad, de justicia universal, de educación.

Es cierto que aquella también fue una época de inestabilidad, que algunos no supieron estar a la altura (tanto de los que luchaban en contra como los que lucharon en el seno de la república) pero aún así fue la semilla de un cambio necesario en un país que lo necesitaba. Por ello el poder, el dinero, la iglesia, supo pronto reconocer en esa semilla un enemigo a su altura, capaz de arrasar con lo que hasta ahora habían disfrutado, y en su lucha sin cuartel para acabar con él, y para poder hacerle frente se vieron obligados a hacer uso de todas las armas posibles, incluidas la de la violencia en toda la amplitud de su significado. Pero no bastó si quiera con una guerra para vencer esa semilla, hizo falta una venganza legalizada, una represión feroz para obligar por fin al pueblo a dejar de soñar, ...y al final lo consiguió.

A fuerza de terror, de miedo y violencia la gente aprendió a vivir agachada, callada, a asumir la derrota, interiorizarla y finalmente dejar de soñar.

Por eso hoy, 14 de Abril de 2011, 80 años después de que la gente empezará a soñar y unos pocos desde que dejó de hacerlo reclamo ese sueño. No sólo el de una república en términos de de organización del estado, que también, sino algo que va más allá, igual que ocurrió hace 80 años. Y con todo esto no quiero que penseis que pienso en dejarme cegar por el romanticismo de una épica de otra época.

YO miro atrás y veo la ilusión y el sueño con el que el pueblo, mi pueblo, dijo basta y se permitió desear, soñar, reconocer que algo distinto era posible. Hace unos días leía en el libro "Algo va mal" de Tony judt que en este fin de la historia que clamaba fukuyama "parecemos incapaces de imaginar alternativas" y vuelvo a recordar todo el espectro de violencia y represión que fue necesaria para que aquella semilla dejara de crecer.

A pesar de esa desesperanza que duró 40 años, cuando Franco murió, cuando llegaron las primeras elecciones hubo muchos que empezaron a levantar la cabeza, a mirarse al espejo de la dignidad y a creer en otro país, en otra historia distinta de la que hasta entonces se habían contado, pero las cosas no han cambiado tanto.

A veces me pregunto si no ocurrirá que desde la izquierda nos olvidamos de hacer creíble nuestro discurso, de acercarnos a la gente y olvidarnos de términos maniqueos. Creo que ya de nada sirve hablar a la gente de oligarquía, de hoces, de proletariado, porque ese lenguaje de otra época no sirve ya de nada. Igual que la tricolor que yo luzco con orgullo por lo que fue pero no es más que eso el color de los sueños de aquellos que vivieron aquel sueño.

De lo que tenemos que ser capaces ahora es de crear nuevos sueños, de mirar a toda esa gente que ha dejado de imaginar alternativas, que ha dejado de soñar, de sembrar semillas y prometerles que los cuentos que nos cuentan en los medios de comunicacion, de que las mentiras que nos dicen los políticos, de que la dictadura de los mercados no es la única vía, que el FMI no tiene las respuesta, que ya basta de que otros nos dicten los caminos, los pasos, las decisiones que tenemos que tomar nosotros.

Y por eso hoy recuerdo que no soy solo republicana porque desee que el señor Juan Carlos Borbon y su familia tenga una vida como la mía, con las mismas oportunidades y derechos pero ni uno mas, también soy republicana porque creo que puedo imaginar otras posibilidades fuera de este capitalismo sin sentido. Porque en el lenguaje de hoy, de ERE, jubilaciones, especulacion inmobiliaria, crisis, o fracaso escolar caben también otras palabras como trabajo digno, facilidades en el acceso a la vivienda, estado del bienestar, educacion, dignidad y sobran otras tantas, y entre las que sobran, por supuesto, incluyo a la monarquía.

Hoy soy no solo republicana, sino también soñadora....y por ello lanzo mi apuesta.

2 comentarios:

Luis Cano Ruiz dijo...

Como dijo Carlos Chaouen: "El amor que vuelve nunca es el que tu esperabas"...

Espero que la república que sueñas esté a la altura de las exigencias y esperanzas que en ella se depositan.

Sino, no será más que otro modo de decepcionarnos (más democrático, eso si, pero decepcionante).

Cuídate.

Álvaro Dorian Gray dijo...

Yo creo en ella, en aquel loco sueño y tengo la esperanza de volver a gritar aquellas consignas tan actuales
salud y república