domingo, 5 de agosto de 2007

el amor con mayusculas

Hoy tambien les habia visto salir, como todas las mañanas agarrados de la mano, de repente, al llegar al semaforo, que estaba en rojo, no sabia porqué pero siempre estaba rojo cuando ellos bajaban, los dos se paraban, ella sacaba del bolso un pequeño peine y le peinaba ese mechon rebelde que ya el gel no conseguia controlar. Daba igual cuantas veces lo peinara, ahi seguia, desafiante, como el tiempo, como los años que habian pasado desde que su padre le dijo, cuando tenia tan solo 17 años que a donde iba con aquel mecánico, que no se daba cuenta de que estaba tirando su vida por la borda.
Pero aquel mecánico se lo habia dado todo, el amor, el deseo, una vida de ilusiones, a veces dura pero siempre llena de posibilidades, unos hijos maravillosos, aquel mecánico que tan poco le parecía a su padre lehabia enseñado a leer,le habia descubierto el arte, la cultura, aquella con la que le regalaba cada sonrisa, cada sonata y cada paseo por el prado, le habia leido poesia mientras se acostaban juntos en la cama, sobre todo aquellas primeras veces de nervios y dudas, cuando no sabia si aquello que hacian seria correcto porque aunque ella lo hubiera elegido, porque él se lo pidió, no estaban casados, porque él no creia en los matrimonios, cosas suyas pensaba siempre ella, y claro, ella pensaba inevitablemente en el cura que le decia aquellas cosas. Pero con amor y con cariño pronto fue consciente de que aquello que hacian nunca podia ser pécado, que aquello del pecado debía ser otra cosa.
Elena, su nieta, les miraba salir todas las mañanas, juntos, a dar ese paseo, porque tenian que estirar las piernas, y claro a su edad si uno no se cuida luego llegan los achaques. Elena siempre se reia con aquel comentario de su abuelo, porque era consciente que para él era como si siguieran teniendo 17 y 20 años. Pero Elena no podia evitarlo, les espiaba a hurtadillas con una sonrisa, porque sabia que la mejor herencia, el mejor regalo que sus abuelos podian dar, era aquella muestra de cariño matutino, una vida de amor, y la esperanza de que el AMOR, así, con mayúsculas, existía.

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