Era Sábado. El otoño había hecho su innegable entrada hace ya un par de semanas. Era Sábado y llovía. La casa devolvía el eco de su voz mientras intentaba cantar a voz en grito una canción de Sabina que sonaba en el ordenador que había dejado encendido. Era Sábado, y ya unos días antes había decidido dedicar aquella mañana a algunas tareas que todavía no había empezado, a escribir, sacar la ropa de invierno, limpiar algo la casa...pero sobre todo escribir. Juntar letras, palabras y frases para ver escrito aquella marea de metáforas, sueños y paranoias que no dejaban de cruzarse por su cabeza.
Era Sábado. Las paredes de aquella casa empezaron a caersele encima y desafiando a aquel cielo que amenazaba tormenta se vistió para salir a la calle. En el bolso un libro de poemas, de Mario Benedetti seguramente, varios bolígrafos y la agenda. Era sábado y por eso las calles estaban llenas de bolsas y más bolsas de tiendas que ocultaban tras de sí rostros felices en ese consumismo de fin de semana.
Era Sábado y quizás por eso no pudo sentarse en la mesa que más le gustaba de aquella cafetería. La del sillón acogedor en el que podía desconectar del bullicio de aquellas horas. Pidió el café de siempre, sacó la agenda y empezó a pensar en lo que quería contar.
Era Sábado, y los sábados no siempre son buenos para escribir. Los sábados son esos días en los que el trabajo y el ajetreo diario dejan paso a aquellos sentimientos que llevamos ocultando desde el lunes. Aquellos recuerdos que hieren nuestros corazones, que ahogan la garganta.
Era Sábado. Una lágrima resbalaba por su rostro sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Tras pasar más de media hora dejando que aquella lágrima se hiciera una ola en su rostro se levantó, salió de la cafetería y volvió a aquellas cuatro paredes que le axfisiaban.
Era Sábado. Los sábados los camareros tenían que limpiar las mesas lo antes posible para que el siguiente cliente pudiera sentarse. Al acercarse a la mesa que se acababa de quedar libre, encontró un papel arrancado de una libreta con única frase:
"Tanto le costó aprender a quererle, que ahora que se había ido ya no sabía...¿como hacer para olvidarle?"
Era Sábado.
1 comentario:
lo dijo Umbral poéticamente: "escribir es la forma más profunda de leer la vida". Yo digo: "espero que mañana sábado te amanezca lleno de luz de otoño".
un abrazo. RM
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