Era imposible que no se diera cuenta. Todos los dias, bueno de lunes a sabado que es cuando abrian, encontraba una excusa para pasarse por la fruteria, que si se le habian terminado las manzanas, que si las naranjas para el zumo, que si hoy tenia ganas de ensaladita, que si que bien que era temporada de fresas. Cualquier excusa era buena para ver la sonrisa mas maravillosa del barrio, para oirle decir de esa forma que solo el sabia , ¿Y como esta hoy la vecina más bella del barrio?
Cada dia al volver del trabajo, se bajaba una parada antes del bus, para pasearse camino de la tienda, respiraba el sabor de su barrio, tan auténtico, de esos en los que paseando por las calles, sonries una y otra vez, a tu vecina del quinto, a la pareja que acaba de mudarse, y a esa viejecita, que te suele pedir que le ayudes con las bolsas. Le gustaba tanto que habia rechazado comprarse una casita mejor ahora que le habian subido el sueldo solo por bajarse una parada antes del autobus y sentir ese aroma de puchero en invierno. Andaba por sus calles como quien lleva toda la vida haciéndolo, sin fijarse, sabiendo siempre cuantos pasos quedan para doblar la esquina, y encontrar alli, en mitad de la calle, la pequeña fruteria familiar, siempre con fruta expuesta en la calle, siempre esperándole con su sonrisa.
La madre de juan, empezaba a sonreir en cuanto la veia entrar, y pensaba para si en lo torpe que era su hijo. Cuantas veces tendria que venir aquella criatura para que su hijo se lanzara, que recuerdos..., en su epoca un guiño y un taconeo a tiempo eran suficientes, pero cuanto le divertia verles mirarse, sonreirse, iluminarse y soñarse uno al otro solo alimentados de esperanza. Algún dia cuando se la encontrara por la calle le diría, que su hijo solo sonreia asi cuando ella entraba por la puerta, que su hijo solo a ella le decia eso de como esta la vecina mas bella del barrio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario