El siempre la observa, a esas horas de la tarde, como si ella fuera su mayor tesoro, como si fuera el cristal más frágil de los que adornan su vitrina y la luz del sol dañara cada poro de su piel blanqueada por la luna de las noches. La mira mientras su corazón late con tanta fuerza, tan intenso, que teme que sus latidos deshagan el tejido de sueños que lleva tanto tiempo hilando para ella.
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La observa, sentado como está, tan lejos, su cuerpo se acerca sin apenas moverse, y trata de adivinar si estará soñando con él, como él sueña con ella. Se pregunta porque las palabras a veces duelen tanto, porque no puede respirar. La mira, no porque la desee como un fútil objeto brillante, sino porque la ama, porque sabe que si ella despertara y si ella quisiera, él seguiría soñando con ella, incluso cuando estuvieran despiertos.
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El la sigue observando mientras la tarde cae como la lluvia de primavera, sobre los hombres, en silencio, oportuna, y él la sigue mirando, atentamente, viendo cómo su pecho se hunde con cada respiración. Y mientras la noche se adueña de los sueños le parece ver que una lágrima resbala por su rostro. Aguanta la respiración, sus ojos abiertos la miran, y no quieren que despierte. Tan solo quiere perderse en cada linea de su rostro, en esa chaqueta que la cubre, y así seguir soñando que se abrazan, que juntos construyen quimeras en las que perderse, en la eternidad de tan solo un momento.
5 comentarios:
si hay algo en este mundo que adoro hacer es ver dormir a una mujer, cualquier mujer... y si es la mujer que te gusta en ese momento lo que uno siente se parece mucho a lo que escribiste...
mmmmmm, me suena medio enfermizo ver dormir a alguien mucho tiempo, yo me asustaria si me despierto y veo que me estan mirando dormir...
Nada más dulce...
pff...
Una maravilla de película y unos versos cargados de sentimiento y dulzura.
Gracias por tus palabras. Y por seguir creyendo en la magia y en un mundo mejor.
Un beso
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